La lucha del movimiento estudiantil sigue y seguirá… en realidad siempre está empezando.

Es línea política en el actual régimen: aplastar, deslegitimar o responder con fuerza a cualquier tipo de oposición o crítica que desde algún sector se levante en contraposición las acciones gubernamentales; con esta forma de actuar, buscan por un lado crear la imagen de un gobierno imbatible, fuerte, con autoridad, y por otro lado infunden tenor en todos los sectores sociales para que se abstengan de actuar, y adopten una posición conformista y pasiva frente al poder. Para demostrar este análisis sobran los ejemplos y los casos concretos.

Hoy vamos hablar del movimiento estudiantil ecuatoriano.

A pesar de las amenazas y los golpes recibidos, el movimiento social ecuatoriano continúa en actividad y en pleno desarrollo, la gran tradición organizativa que existe en nuestro país es inmensamente rica en experiencia, esa capacidad de sortear las dificultades que se le presentan y avanzar, le permiten a las organizaciones sociales encontrar caminos para reemprender siempre la lucha, ese el caso del movimiento estudiantil secundario y universitario en el Ecuador.

Si hacemos una somera contabilidad del gran sacrificio en vidas que ha puesto el movimiento estudiantil, veremos que la lista es larga. Desde siglo XIX cuando las nacientes agrupaciones estudiantiles empezaban a expresarse y organizarse, la respuesta desde el poder siempre fue violenta y cobró la vida de muchos jóvenes estudiantes hasta la presente fecha.

De los que recuerdo: Carlos Ponguillo (1944), Milton Reyes, Jorge Tinoco, Patricio German, Vicente Jácome, José Morillo, Luis Jara, Jhon León, Alexis Villamar, Boris Chiriboga, Fernando Aragón, Carlos Castro, Eddy Dután, Víctor Alvarado Morales (1984-1984), Juan Carlos Luna, Freddy Arias, Damián Peña, Verónica Burbano, Johnny Montesdeoca, Edison Cossios… (la lista está incompleta)

A este listado se suman los miles de presos, heridos y agredidos durante todos los gobiernos autoritarios; la pregunta que nos inquieta es: ¿Esta historia de sangre y represión ha amilanado el espíritu de lucha de los estudiantes? La respuesta ya la conoces, NO.

La razón se encuentra en la profunda abnegación y entrega total de la juventud ecuatoriana a las causas nobles, al sueño de construir una nueva sociedad; además, todos los días y a cada instante la organización estudiantil se desenvuelve en medio de incesantes conflictos que lo llevan a unirse para defender sus derechos, es indudable que mientras no se produzca un cambio radical en el sistema social, será imposible tener una educación verdaderamente liberadora y realmente democrática.

En ese marco, la lucha por una nueva educación como elemento que contribuya a las transformaciones sociales, es el factor esencial que le permite al movimiento estudiantil y a sus organizaciones mantenerse en plena vigencia; los estudiantes se enfrentan todos los días a las injusticias de la sociedad y de la estructura educativa que – como es sabido – refleja las contradicciones de clase y las inequidades sociales.

Es importante que el movimiento estudiantil tenga claridad en sus objetivos, de tal forma que no se reduzca a ser una simple agrupación juvenil corto de miras y funcional al sistema, mientras se conquistan reivindicaciones puntuales que mejoren las condiciones educativas en el presente, señalamos el camino hacia una transformación definitiva, solo así, el movimiento estudiantil será factor de cambio y la vida de los miles de estudiantes y jóvenes caídos habrá valido la pena.

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